jueves, 29 de agosto de 2013

EL BRITANO CAPITULO 10 ( fic escrito por Brend )

Por la mañana  temprano  oí  cantar  al gallo  y  Edward  se  revolvió  en la cama  ,  me dio  un beso  y  me dijo :

- Voy  a levantarme,  tengo que hacer una cosa.

- Es temprano.

- No te preocupes  Bella,  tú  quedate  en la  cama  y   después  nos  veremos en la cocina para  almorzar.

Como  confiaba  plenamente en Edward , me quedé en la cama , pero después  de una hora , me levanté , me vestí  y salí afuera  a investigar .  Me  dirigí  a  donde se escuchaba  el ruido ....

Edward  estaba en el  gallinero con un martillo y unos clavos , reparando la puerta rota. ( parece ser  que el tabernero era muy vago y  no hacía nada ).  Después  Edward  arregló una ventana  que no cerraba bien.  Después reparó el escalon de madera , poniendo un tablón encima , clavándolo bien .  En  un descuido me vio observándole.

- Vaya,  me has descubierto , je je je !  Estoy  ayudando  un  poco  a la tabernera .

- Ya veo -  respondí.

Después  clavó unos ganchos  en la pared del  cobertizo  y  cogiendo un rollo  de cordel   hizo un tendedero  para  tender la ropa.

- Es que dice  que su marido nunca hace nada -  me dijo  Edward  como  excusa.

- Ya veo -  dije .  Estaba  fascinada  y me preguntaba  qué habrían estado  hablando  anoche  Edward   y  la  tabernera . Sabía  que él era capaz de transformar  el caracter de una persona  con un par  de miradas  y unas  frases.

Al  terminar sus  arreglos de carpinteria  ,  Edward  me guiñó un ojo, fuimos a la cocina y se lavó las manos.  Puso dos platos  encima de la mesa , la hogaza de pan y un cuenco  con  mantequilla. Cortó  unas rebanadas  para él y para mi.

- Uhmmmm...  mantequilla-  exclamé.

- También hay miel.

Me comí una gran rebanada de mantequilla con miel.  Edward  también.  Al poco rato escuchamos la voz de la señora  Lucila :

- Oh  , esto sí que es un hombre !  Vaya  hombre !

Entró  en la cocina

- Edward  ha quedado  todo perfecto !  Tú  si que eres un hombre  , y no  ese vago de mi marido...

- Señora  Lucila -  dijo  Edward  reprendiendola.

- Es que es  verdad,  es un vago - dijo sentándose  en la cocina con nosotros -  Todavía está durmiendo.

- Pero  él va a cambiar  - dijo Edward -  Ya sabe  lo que hablamos  anoche...  EL  está siempre con nosotros y nos acompaña  siempre  en los momentos buenos y en los malos.  EL  hará  que su marido cambie.

Yo me quedé atónita. Creo que ahora comprendía de qué habían estado hablando  Edward  y la  tabernera .

- Edward... podrías quedarte aquí con nosotros - dijo  la señora Lucila  de  repente  -  Yo te pagaría un sueldo, lo que tu quisieras...  También puede quedarse tu esposa.

- Señora  Lucila,  nosotros debemos viajar a Hispania . Debemos comenzar una vida allí - respondió  Edward.

A pesar  de que al principio  la tabernera  me había caído mal,  ahora sentía compasión  por ella , con ese marido vago,  esa taberna y todo el trabajo solo para ella...  Miraba a  Edward  como si él fuese  su salvación .  Creo que se había enamorado de él .  Yo  no me sentía celosa,  sino  asombrada.

La  señora  Lucila  miró a Edward  y dijo :

- Entonces,  ¿no volveré a verte  Edward?

- Sí, claro que si .  Le  escribiré . Le  escribiremos contándole nuestra vida allá.  Todos los meses le escribiremos una carta bien larga  -  dijo  Edward.

- ¿ De verdad?  - preguntó la tabernera  y su rostro se iluminó  de alegría.

- Sí.

- No sé  leer  bien pero desde ahora practicaré todos  los días  para leer tus cartas.  Ja, ja,ja,   !  Voy   a calentar agua para que puedas afeitarte . Puedes hacerlo aquí en la cocina.  Buscaré  la navaja de mi marido.  Está afilada  y así te afeitarás mejor.

Y  con rapidez  puso agua a calentar  y se fue.

- Pero... ¿que has hecho exactamente  Edward ? - le pregunté cuando ella se fue.

- Je,je,je  ....no soy yo  Bella ,  es  Cristo.  EL  cambia  a las personas .

- Sí,  es verdad - dije yo - EL  cambia a las personas .

Después del afeitado  Edward  quedó  radiante y guapisimo.  Bueno....  estaba  guapisimo siempre.

Se acercó  la hora   de nuestra partida  . La tabernera  puso en un saco de tela  un montón de comida para nosotros .   Hicimos nuestro equipaje  y al despedirnos  y  pagar  , la señora  Lucila  no aceptó nuestro dinero.

- Pero  señora  Lucila, queremos pagarle - dijo Edward.

- No,  no hace falta , muchacho.  Me doy  por satisfecha con haberte  conocido.

Edward  abrazó y besó a la mujer  mientras ella  comenzaba a  llorar.

- Que tengais un buen viaje hijos mios ....

- No es un adios  para siempre, señora  Lucila ,  es un   hasta  pronto-  dijo  Edward.

- Gracias por todo-  dije yo.

Y  alla   dejamos a aquella  mujer alta y grande, llorando como una cria de  13 años,  mientras con el delantal se secaba las lagrimas .

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