Al salir de los baños pude ver a la tabernera riñendo al muchacho , y a la vez nos miró a nosotros que avanzabamos por el pasillo. Bueno, avanzaba Edward porque me cargaba a mi.
- Eh cuanta prisa teneis ! - dijo la mujer
- Sí. Estamos casados , señora Lucila - le respondió Edward y abriendo la puerta con el pie entramos en la habitación . Edward no podía aguantar la risa y yo tampoco. Me sentía completamente feliz. Supongo que el agua fria me había revitalizado. Edward me depositó encima de la cama y yo me encogí tapándome con la toalla . Oí que Edward cerraba la puerta y me decía:
- Espero que esa señora no entre porque si entra creo que me voy a enfadar. Voy a comprobar que estén todas las cosas.
Solo teníamos un gran saco de tela con nuestras ropas limpias y en el fondo de ese saco , un bolso con monedas .
- ¿Está el dinero? - le pregunté.
- Sí. tranquila. Y también está tu capa de viaje.
Mi capa de viaje era muy importante porque ... escondidos en los dobladillos había algunos anillos de oro y monedas que yo había escondido. Toda señorita romana debía ser precavida y llevar dinero encima por si ocurria algo. Esconder anillos o monedas de oro en los dobladillos de las prendas de ropa era algo muy útil. Yo le había dicho esto a Edward y era nuestro secreto.
- Y ahora ven aquí - me dijo Edward atrayéndome hacia él y caimos en la cama - Tengo mucha hambre de ti.
- Yo también,
Se quitó la túnica . Estaba medio mojada. Los dos oliamos a limpio , nos abrazamos ... Como yo estaba desnuda no perdí el tiempo quitándome la ropa . Me deshice de la toalla y comenzamos a besarnos como un par de locos enamorados . Edward llevaba el pelo revuelto y mojado y metí mis manos entre su pelo. Comenzó a decirme esas cosas que siempre me decía antes de empezar nuestra unión... " te amo.... eres mi vida... eres mía... y yo tuyo... " Y yo me sentía flotar y me desligaba del mundo ....
Al terminar, cuando tenía a Edward cansado y sudoroso , pegado a mi , después de haber consumado nuestra unión , venía otro momento mágico para mi, pues cerraba los ojos y pensaba en nuestra casa.... Una casa en el campo, sencilla , el granero lleno de la cosecha que habriamos recogido y nuestro bebe riendo en la cuna .
- Edward, ¿tú deseas un niño o una niña ?
El se acurrucó en mi pecho , arrimó su mejilla en mi seno y dijo :
- Lo que tu quieras, amor.
- Yo quiero un niño, un varón que sea como tú , fuerte, alto, valiente y cariñoso.
- De acuerdo, tendremos un varón muy guapo , como tu, Bella.
Después de hacer el amor, nos dimos cuenta que debíamos cenar algo pues la tabernera y su esposo se acostarian pronto y no podriamos entrar a la cocina .
- Voy a la cocina, Bella . Pondré mi mejor sonrisa y la señora Lucila me dará pan y queso - dijo Edward. Se levantó, volvió a ponerse la túnica, se la ciñó , se calzó y salió afuera.
Después de un rato que me pareció mucho, regresó Edward . Llevaba una gran cantidad de cosas . Cerró la puerta y me dijo :
- La señora Lucila me ha dado de todo, envuelto en esta servilleta hay pan, queso y jamón . Y me ha dado una túnica nueva y un par de pantalones de su marido. Estan nuevos.
- Vaya - es lo único que pude decir .
- Creo que la he domesticado un poco. Ha estado amable conmigo.
- Ja, ja., ja!
No dudé de lo que decía Edward pues él era capaz de domesticar el genio de la señora Lucila y mucho mas . Comimos con gusto y al poco rato escuchamos un ruido en la puerta .
- ¿Puedo pasar ?.... Os traigo el vino - dijo la tabernera asomando la cabeza por la rendija de la puerta.
- Oh, gracias señora Lucila - respondió Edward levantándose.
- Mi marido y yo nos vamos a dormir, pero si necesitas algo sólo tienes que llamarme...
- Muchas gracias , hasta mañana.
Me quedé asombrada.
- ¿Qué has hecho ? - le pregunté a Edward .
- Nada,.... bueno, estuve hablando con ella .
Después de cenar nos dormimos placidamente porque hasta el día siguiente por la tarde no zarpaba el barco.
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