miércoles, 23 de julio de 2014

EL BRITANO CAPITULO 44

Lo que quedaba de verano pasó pronto y enseguida llegó el otoño. Yo continuaba con las clases de los niños. Aprendieron a leer muy deprisa. Marcelo  se puso muy contento.  Mi barriga se notaba y el bebé comenzó a moverse dentro de mi.  Edward  construyó poco a poco muchas cosas para la casa. Por supuesto la señora Lucila respondió a la carta y nos dijo que quería vernos y que deseaba dejar la taberna para estar con nosotros. Parece ser que su marido no quería y ella estaba decidida a abandonarle y viajar sola hasta nuestra granja.  Yo quería que ella viniera a vivir con nosotros , pues la vida en la granja era tan feliz  y dichosa que quería que todos experimentasen la misma paz y amor. 

A medida que mi barriga aumentaba , Edward tenía más reparos en hacer el amor conmigo, pues decía que podía ser peligroso para el bebé.  Yo no quería presionarle pero si teníamos que esperar hasta febrero cuando el niño naciera....

Con el otoño llegó la vendimia , las uvas y el vino. Edward colaboró en la recogida de las uvas y yo fui con él. Me reí mucho cuando le vi lleno de manchas de vino pues casi se cae a la cuba del mosto.  Las hojas de los árboles se teñían de hermosos colores dorados y marrones , y los bosques que se extendían a lo lejos  tenían un aspecto de fuego bajo los rayos de sol del crepúsculo. Pero la colina del Pino Verde todavía conservaba el pequeño prado de flores y el aspecto primaveral.  Allí fue cuando le vi por primera vez...

Una mañana , sin saber por qué , me dirigí yo sola , muy temprano ,  a la pequeña colina. No sé que es lo que me empujó a hacerlo. Iba envuelta en mi chal de lana y no tenía frío.  A penas había luz , pero me sabía el camino de memoria , pues había ido muchas veces a la colina con Edward.  Me sorprendió ver a un hombre sentado junto al árbol y me asusté un poco, pero su aspecto era tan pacífico que enseguida me sentí tranquila y feliz. 

- ¿Le conozco?  - le pregunté.

- Hola Bella ! Buenos días. - me dijo sonriendo. Tenía el pelo corto y una barba poblada y oscura . -  Siéntate conmigo. No temas. 

- ¿Es usted de la granja?  - le pregunté totalmente confiada y sin ningún miedo. 

- Vengo de más allá del bosque . Me gusta venir de vez en cuando  para ver este hermoso  árbol. Es muy antiguo.

Su sonrisa  era irresistible y me atraía poderosamente.

- A mi también me gusta  - respondí. 

- ¿Cuándo nacerá tu bebé ?

- En  febrero.

- Todo irá bien, muy bien. Y será un niño. Edward se pondrá muy contento - me dijo. 

- Tú siempre nos vas a cuidar , ¿verdad? - le pregunté y me atreví  a acariciar su brazo cubierto por una gruesa túnica.

- Claro que sí, Bella. Siempre. - y rozó mi mejilla con su mano derecha.

- Te quiero.

- Y yo a ti  - me respondió.

- ¿Volveré a verte?

- Sí. Pero ahora debo irme.

-¿Cuándo?

- Tranquila, lo sabrás.

Se levantó y su gran estatura tapó el sol de la mañana. Se inclinó hacia mi y me sonrió

- Hasta pronto, Bella.

- Hasta pronto, Señor.

Lo vi alejarse colina abajo mientras los cantos de los pájaros se escuchaban. 

¿Había estado soñando? ¿Me lo había imaginado todo o de verdad había estado con EL? En la hierba todavía estaba la huella de sus pies y se notaba como si un hombre corpulento hubiera estado sentado.  Alguien había estado hablando conmigo y yo sabía quién era ese hombre.  Solamente EL  podía haberme dado esa paz y felicidad.




- Bella , cariño ¿qué haces aquí? - dijo la voz de Edward.

Me volví hacia mi esposo y le abracé. 

- Edward , ha sido maravilloso! Le he visto !  aunque no sé si me vas a creer...

- ¿A quién viste?

- A El .

Me eché en sus brazos y nos besamos.


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