Agosto era el mes de la siega. Marcelo contrataba a varios hombres para que ayudaran a recoger toda la hierba que luego se almacenaría en el granero para alimentar el ganado en invierno. Edward quiso ayudar y durante toda esa semana se levantó temprano para ir a segar y regresaba a las 3 de la tarde. Se lavaba , se cambiaba de ropa y se acostaba un poco hasta la hora de la cena. Esa semana lo pasé bastante sola sin Edward . Me entretuve leyendo unos volúmenes en el despacho de Marcelo pero hacía mucho calor por el día y me asaltaban extraños presentimientos ....
Una tarde del viernes todavía no había regresado Edward cuando apareció un hombre bajo y delgado. Parecía un magistrado romano, acompañado de un soldado y del repugnante padre de Tomas ! Los perros comenzaron a ladrar
- Ordene callar a los perros ahora mismo- dijo el magistrado romano - Soy el nuevo prefecto y esta granja está en mi jurisdicción .
- Ane , Isra , venid ! - grité yo. No había ningún hombre en casa todavía. Al poco aparecieron las mujeres y entre las tres pudimos sujetar a los perros
- Este hombre dice que ustedes tienen a su hijo - dijo el romano - y también dice que sois cristianos y que teneis unas costumbres muy raras...
En ese momento una idea llegó a mi mente, corrí hacia mi casa, entré en el dormitorio, cogí mi capa de viaje. Escondidos en los dobladillos estaban los anillos que demostraban que yo era patricia de Roma . Era lo único que nos podía salvar
Sentí las zancadas del soldado detrás de mi . Me cogió de un brazo, me hizo daño .
- Mujer idiota ! ¿crees que vas a escapar ? Vendrás a la cárcel.
- Suéltame , no hago nada malo ! Solo cojo mi ropa - dije y escondí los anillos en mi sujetador . El soldado me zarandeó y me arrastró hacia afuera . Cuando salí al exterior, Edward ya había llegado. Su cara se transformó cuando vio que un hombre me maltrataba
- Suelta a mi mujer !!! - gritó Edward y le dio un puñetazo terrible .
- Eh, tú, gigante , cálmate o será peor para ti ! - dijo el prefecto - Vais a venir todos a la cárcel.
- Bien , bien , mi señor - dijo el padre de Tomas - Son cristianos y beben sangre humana.
Me abracé a Edward mientras mi corazón latía apresuradamente. Tenía miedo por el bebé, sabía que muchas mujeres podían abortar si llevaban un gran susto o eran golpeadas.
- Sé que los cristianos no podeis mentir ... ¿sois cristianos o no ? - preguntó el prefecto.
Edward me apretó entre sus brazos . Podía sentir su pecho duro y su corazón latiendo junto a mi .
- Sí. Somos cristianos mi mujer y yo.
Pude ver una mirada de terror en la cara de Isra :
- Yo no soy cristiana, prefecto . No lo soy ! No lo soy ! - dijo .
- Está bien... ¿y tú, vieja ?
- Yo soy demasiado vieja para nada - dijo Ane - Pero mi amo es general de Roma y cuando venga te dará tu merecido.
Deseaba que Marcelo llegara de un momento a otro , pero Edward me susurró al oído :
- Una yegüa se ha puesto de parto.... me temo que Marcelo llegará tarde.
- Tu mujer y tu vendreis conmigo por las buenas , y ... ¿dónde está el niño ? - dijo el prefecto .
- Lo tienen secuestrado, mi señor. Beben su sangre , lo llaman bautizarse.
- Cállate tú también - dijo el prefecto - Mañana regresaremos a por el niño y lo interrogaremos
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